el papel de la Iglesia

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“Según la obligación y cargo con que somos señores de las Indias y estados del mar Océano ninguna cosa deseamos más que la publicación y ampliación de la ley evangélica y la conversión de los indios a nuestra santa fé católica … y encargamos … que pospuesto todo otro aprovechamiento e intereses nuestro, tengan por principal cuiado las cosas de la conversión y doctrina … (encareciendo que) sobre todo se desvelen y ocupen con todas sus fuerzas y entendimiento en los otros medios necesarios y convenientes para que los indios y naturales de aquellas partes se conviertan y conservar en el conocimiento de Dios nuestro Señor, a honra y alabanza de su santo nombre …” (Felipe II, 1973 (1ª ed. 1681)), citado en (Gordillo Castillo, 1999)

 

La Iglesia desarrollará durante este periodo un papel muy importante, no sólo en las ciudades, sino, y sobre todo, en el medio rural (ingenios, , en los entornos urbanos (haciendas, colegios, monasterios, pueblos de indios,…) y a escala territorial (sistemas de misiones y reducciones). Este gran empuje evangelizador nace de una política de la Corona que originará soluciones urbanísticas y sistemas territoriales, originales y únicos.

 

La relación con las órdenes monásticas principales (como ya ocurrió durante el periodo de ocupación de los territorios recuperados a los árabes), Jesuítas, Benedictinos, Carmelitas y Franciscanos, hará de los monasterios un instrumento fundamental para la extensión de las poblaciones en Brasil y para la configuración de sus ciudades.

 

El “urbanismo evangélizador” en Brasil en sus diferentes manifestaciones toma así protagonismo substituyendo, o cuando menos, oponiéndose (y ahí el caso de Piratininga será clarividente) al poder civil y económico, que será substituido por un poder religioso y político dirigido directamente por la Corona (en la medida que es controlado por el rey).

Aunque predominan los criterios de selección del lugar también se incorporan criterios políticos y estratégicos, de defensa, de evangelización y de explotación de los recursos. Se ha de pasar de un conjunto de ciudades a un sistema de ciudades. Se fundan las primeras ciudades de interior y se conectan con los puertos, comienza una verdadera colonización que aún hoy continua extendiéndose por los territorios del cerrado, la caatinga, la pampa y el Amazonas.

 

Aunque predominan los criterios de selección del lugar también se incorporan criterios políticos y estratégicos, de defensa, de evangelización y de explotación de los recursos. Se ha de pasar de un conjunto de ciudades a un sistema de ciudades. Se fundan las primeras ciudades de interior y se conectan con los puertos, comienza una verdadera colonización que aún hoy continua extendiéndose por los territorios del cerrado, la caatinga, la pampa y el Amazonas.

 

La adaptación al lugar lleva a los núcleos portugueses a articularse con el territorio. La traza castellana es “infinita”, representativa y está pensada para extenderse en el territorio. La fusión de ambas visiones, la geométrica y la topográfica, se sintetizan durante el dominio filipino en ciudades como Salvador o el propio Rio de Janeiro, para apoyar un proceso de regularización y de planificación que empieza a hacerse característico en el urbanismo brasileño postifilipino. 

 

En relación a las poblaciones fundadas o "soportadas" por los jesuítas podemos destacar cuatro grupos:

• En el primero están los colegios de fundación y dotación real, estos serán: Salvador de Bahía  (1549), Recife (Pernambuco)  (1550) y Rio De Janeiro  (1572).

• En segundo lugar lo que podemos denominar como núcleos emisores catequistas: Porto Seguro  (1549), Santos  (1549), Vitoria (Espirito Santo)  (1551),  Laguna  (1553) o Natal  (1597).

• En tercer lugar están las poblaciones o asentamientos con presencia misionera: João Pessoa  (1585), Olinda  (1550), São Cristovão (sergipe)  (1575), Camamu  (1549), Caravelas  (1574), Ilheus  (1549), Anchieta (Reritiba)  (1551), Nova Almeida (Reis Magos)  (1551), Cananeia  (1554), Iguape  (1554), Itanhaem  (1561), São Paulo  (1553), São Vicente  (1549), Paranagua  (1554), Ararangua  (1576), e Imbituba (Embitiba)  (1605).  

• Y en último lugar podemos colocar asentamientos indígenas con misioneros como Orobo (1598) o Arari (1598).